Aún escucho nuestras noches.
A veces palpitan en mis tímpanos,
y yo sonrío al pasado.
¿Lo escuchas?
Quizás es un 120 BPM en nuestra pista...
Mi cabello apenas roza mis hombros
mientras me hablas de Cortázar.
Mi cuerpo, envuelto en terciopelo dorado
y luces nocturnas.
Aún disfruto el amanecer
golpeando mis pupilas,
mientras nuestros besos son un unísono.
Te sorprendería saber
que aún te sigo escribiendo.
Pero... ¿tú me seguirás leyendo?
¿Cómo saberlo?
Te volvería a escribir una canción.